10 febrero 2007

De Jerez a Junín...

Somos Maite Arabolaza, una FMA de la inspectoría de Sevilla, y Fátima Zarco salesiana cooperadora, del centro Jerez-El Valle. Colaboramos con la ONG VidesSur. El verano pasado, en Agosto, pudimos participar en un campo de voluntariado internacional en Junín de los Andes (Argentina). Ha sido una suerte poder vivir juntas esa experiencia. Pues nos hemos sentido enviadas por las hermanas, salesianos cooperadores y por todas las personas que de una forma u otra se han hecho presentes.

Argentina y Junín, son lugares que hablan de santidad pues tanto la Beata Laura Vicuña, Zeferino Namuncurá y D. Zatti, son personas que han dado la vida en la Patagonia y ahora son un ejemplo a seguir por su camino de santidad en medio del pueblo, de la gente.

Nada más llegar lo que más nos impresionó es la gente sencilla. En medio de la pobreza, que es inmensa, se viven plenamente los valores evangélicos de la acogida, ir al más pobre, compartir hasta lo necesario con el menos tiene, pensar en el otro; vivir como personas queridas y amadas por Padre Dios. La vida es un regalo que nos da y debemos ser felices disfrutando de ella. En cada persona y familia, descubríamos el evangelio. Conocimos el rostro de Jesús en los pobres con quienes compartimos nuestra experiencia. De ellos hemos aprendido a valorar más la vida, a buscar la profundidad en las pequeñas cosas de cada día; a ser más espiritual y a dejar caer tantas cosas que nos alejan de lo fundamental: Somos un bonito regalo de Dios.

Entre las comunidades mapuches hemos aprendido a cambiar de ritmo de vida. Ellos nos enseñan a saber vivir sin prisa. Allí uno hace todo al ritmo del sol, y muchas veces sin teléfono, luz y agua corriente. No hay relojes (increíble en nuestra cultura civilizada), y es que hemos descubierto que el tiempo impide las relaciones entre los hombres. Allí hemos respirado humanidad, y para vivirla, el tiempo sobra.

En el pueblo pudimos participar en clases de apoyo escolar, catequesis de confirmación y en un retiro con los salesianos cooperadores de la zona. Son pocos, algunos cansados pues de muchos que son, existen muchos hermanos alejados que no asisten a las reuniones y participan poco. Los que están son un bonito fermento en la masa, son la levadura de Dios en medio del pueblo, de los pobres.

Pero lo mejor fue la comunidad. Un grupo de siete hermanas que dan, entre chicas internas, colegio de Bachillerato y Ciclos Formativos gratuitamente su vida, muchas veces sin apoyo económico de las autoridades.

Recomendamos a vivir una experiencia semejante porque hemos vuelto con el corazón lleno de Dios y con una visión más radical de lo que debe ser nuestro mundo: un lugar más humano en el que Dios necesita de nuestras manos para dar esperanza a todo aquel que la ha perdido o se la han negado.

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