23 febrero 2008

Seguimos caminando...

En nuestro camino hacia la Pascua os adjuntamos hoy una presentación realizada por un hermano del Centro de Jerez. Se utilizó hace dos años para un retiro de Cuaresma en San José del Valle...Esperamos que os sea de utilidad. Seguimos esperando vuestras aportaciones para continuar nuestro camino.


19 febrero 2008

La dimesión olvidada: La vida interior


La vida interior representa, actualmente, una de las dimensiones más olvidadas de la humanidad. Urge rescatarla, pues en ella se encuentra serenidad y el sentimiento sagrado de la dignidad.
En primer lugar, es importante aclarar la palabra interior. Es el reverso de exterior. La vida posee una dimensión exterior. Es nuestra corporalidad. La cultura moderna ha inflacionado la exterioridad a través de todos los medios de comunicación. El mundo de las personas ha sido totalmente divulgado.
Pero existe también lo interior. Generalmente lo interior es aquello que no se ve directamente. Podemos conocer y hasta fascinarnos por el exterior de una persona, por su belleza e inteligencia. Pero para conocerla necesitamos considerar su interior, su corazón, su modo de ser y su visión del mundo. Sólo entonces podemos hacer juicios más adecuados y justos sobre ella.
Interior tiene además el significado de calidad de vida. Así decimos que la vida en el interior del país es más tranquila, más integrada en la comunidad y en la naturaleza, en el fondo con más posibilidad de hacernos felices. Es que la vida en el interior no está sujeta a la lógica de la ciudad, con el ir y venir de las personas, la parafernalia técnica y burocrática, y las amenazas de violencia.
Por último, interior significa la profundidad humana. Este interior, lo profundo, emerge cuando el ser humano se detiene, calla, comienza a mirar dentro de sí y a pensar seriamente. Cuando se plantea cuestiones decisivas como: ¿qué sentido tiene mi vida, todo ese universo de cosas, de aparatos, de trabajos, de sufrimientos, de luchas y de placeres? ¿Hay vida más allá de la vida, siendo que tantos amigos murieron, a veces de forma absurda, en accidentes de automóvil o por una bala perdida? ¿Por qué estoy en este planeta pequeño, tan hermoso, pero tan maltratado?
¿Quién ofrece respuestas? Por lo general son las religiones y las filosofías, pues siempre se ocupan de estas cuestiones. Pero es ilusorio pensar que con asistir a los cultos o con adherir a alguna visión del mundo se garantiza una vida interior. Todo eso importa, pero sólo en la medida en que produce una experiencia de sentido, una conmoción nueva y un cambio vital.
La vida interior no es monopolio de las religiones. Éstas vienen después. La vida interior es una dimensión de lo humano. Por eso es universal. Está en todos los tiempos y en todas las culturas.
Las religiones cumplen su misión cuando suscitan y alimentan la vida interior de sus seguidores, cuando les crean condiciones para hacer el viaje a su interior, rumbo al corazón, donde habita el Misterio. Vida interior supone escuchar las voces y los movimientos que vienen de dentro. Hay un yo profundo, cargado de anhelos, búsquedas y utopías. Hay una exigencia ética que nos invita al bien, no sólo personalmente, para uno mismo, sino también para los otros.
Hay una Presencia que se impone, mayor que nuestra conciencia. Presencia que habla de aquello que realmente cuenta en nuestra vida, de aquello que es decisivo y que no puede ser delegado a nadie. Dios es otro nombre para esta experiencia que satisface nuestra búsqueda insaciable.
Cultivar ese espacio es tener vida interior. El efecto más inmediato de esta vida interior es una energía que permite encarar los problemas cotidianos sin excesivo estrés. Quien posee vida interior irradia una atmósfera benéfica y transmite paz a quienes le rodean.
Alimentar la vida interior, como repite siempre Arthur da Távola en su programa de televisión «Quién tiene miedo de la música clásica», es no tener soledad nunca más. La soledad es uno de los mayores enemigos del ser humano, porque lo desenraíza de la conexión universal. La vida interior lo religa al Todo del cual es parte.

01 febrero 2008

Artículo enviado por Paco Alegría

CON SU PERMISO ILUSTRÍSMOS SEÑORES

Me consta que ustedes son hombres y mujeres muy importantes, por sus cargos y porque escriben en los periódicos. Tras escuchar y leer lo que han dicho de la Iglesia católica, he hecho examen de conciencia por si somos tan funestos para la sociedad.
Y reconozco que los seguidores de Jesucristo tenemos pecados y debemos convertirnos. Pero en casi nada de lo que ustedes han dicho o escrito me he reconocido. Lo siento y espero que no me nieguen el derecho a decir lo que pienso. Jesucristo nos ha enseñado a ser libres, sin amilanarnos ante puñetazos en la mesa, amenazas o insultos. Por tanto, seguiremos denunciando la injusticia y proclamando la fe.
Nuestra respuesta va a consistir en seguir haciendo la que hacíamos, siempre con nuestros obispos: proclamar el Evangelio con obras y palabras, impartir la catequesis a los niños, a los jóvenes y a los padres que acudan a nuestras comunidades, visitar a los enfermos y llevarles la comunión cuando la pidan, escuchar a los que sufren y buscan que se los acoja, mantener funcionando el 75 % de los servicios sociales de Andalucía, abrir más residencias para enfermos del sida, seguir ofreciendo pisos para aquellos reclusos que han cumplido su condena y no tienen casa, mantener abiertos los comedores populares, buscar a los “sin techo” y ofrecerles una nueva oportunidad, abrir centros de día para ancianos de familias sin recursos… Todo ello, con permiso, ilustrísimos señores.
Comprenderán que, como ciudadanos, tenemos derecho a criticar sus decisiones y sus leyes. No pretendemos imponer nuestra moral, pero tampoco aceptamos que nadie intente imponernos la suya, porque Dios nos hizo libres.
¡Y que el Señor los bendiga!

Juan Antonio Paredes (Málaga)
Director del Semanario Diócesis