22 octubre 2007

Hablemos en igualdad...¿por qué no?


Hoy hemos mantenido la primera reunón formativa del curso actual y hemos abordado los primeros capítulos de nuestro nuevo PVA. Más allá del enriquecedor contenido nos ha llamado la atención un hecho. Salvo en el primer párrafo en el resto del texto no existe ni una alusión al lenguaje de género tan necesario como incluyente en la sociedad del siglo XXI. Soy consciente de que a lo mejor llega tarde esta aportación y que han sido numerosas las ocasiones en las que se nos pidió colaboración por parte de los responsables inspectoriales, locales y estatales. Pido disculpas por no haber hecho dichas aportaciones en tiempo y forma. Una vez aclarado este término creo que es del todo obsoleto que en nuestros documentos (PVA, Estatuto, Boletín...) nos empeñemos en utilizar (de forma inconsciente y subliminal) el lenguaje sexista. ¿Porqué se habla casi de forma exclusiva de SALESIANOS COOPERADORES cuando más de la mitad de la asociaición son mujeres? ¿Porqué hablamos de los jóvenes y no de la juventud? Así pues salvo la excepcion hecha de la portada después en su interior ya se olvidan por completo de las mujeres y se centra de forma exclusiva en nosotros los cristianos (la cristiandad) los catolicos llamados, laicos, cooperadores, los adultos y los ancianos, los difuntos, los asociados, el aspirante, los asociados, los consejeros, el coordinador, el secretario, el administrador y el vicecoordinador, coordiandor mundial, secretario mundial, ...


Como quiera que el artículo 2 del Estatuto nos dice: "Los Salesianos cooperadores y las Salesianas cooperadoras (aquí sí se emplea) en la realidad sociocultural y en el artículo 3: La Asociación está atenta a las instancias provenientes de la sociedad civil para promover integralmente a la persona y sus derechos fundamentales." pienso que la realidad de nuestra asociación tiene un rostro cada vez más femenino. Me planteo si el texto estuviese redactadoa l reves (todo en femenino) seguro que alguien hubiese levantado ya el brazo para protestar, lástima que el lenguaje sexista está tan interiorizado que nadie se ha percatado...y probablemte en muchos de los escritos de este blog tampoco (me autotiro la primera piedra). En cualquer caso creo que estamos ante una oportunidad histórica de no perder el tren, de cambiar nuestra forma de hablar y de caminar en igualdad. Aunque solo sea por una cuestión de respeto creo que en el boletín ya no debería aparecer más "Salesianos Cooperadores". Si hemos sido capaces de aprender en dos meses la nueva terminología de Salesianos, aver cuanto tardamos en no olvidar nunca más a las Salesianas COOPERADORAS. Por último me ofrezco a colaborar en una nueva redacción más igualitaria si así se estiamase conveniente por parte de nuestros Consejeros y Consejeras...Queda abierto el debate. En la seccion de encuestas puedes opinar libremente si todo esto es una PAMPLINA, o si por el CONTRARIO es una reivindicación JUSTA Y NECESARIA.


Fdo: José Ramón Alcalá-Zamora y Pérez. Salesiano Cooperador.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente no es un tema baladí. En el Congreso Mundial se planteó el debate y, tras alguna discusión, se mantuvo la diferencia de género en los títulos de los capítulos (si aparece en el artículo 2 del Estatuto se debe al descuido de los redactores finales). Pensaban casi unánimemente los congresistas (por supuesto, incluyo a las congresistas) que bastaba el título para poner de manifiesto esta sensbilidad y esta realidad que comenta José Ramón.
Queramos o no, la lengua que hablamos ni surgió ayer ni la podemos cambiar a golpe de decretos o de modas. Bastante martirizada está ya la pobre po políticos y comentaristas televisivos. La RAE es tajante al respecto (y sabemos que la norma siempre es descriptiva). Voces autorizadas, agudas y en absoluto sexistas han derrochado tinta escribiendo sobre esto. Memorables son algunos artículo, por ejemplo, de Pérez-Reverte o de Javier Marías. El uso del masculino incluye al femenino. La intención no está en las palabras sino en las conciencias. El femenino es término marcado, por ello no incluye al masculino. El femenino excluyente era 'alabado' por una profesora feminista de Lingüística, pues decía que el femenino era más rico y distintivo. Donde había masculino también podía caber el femenino, donde el femenino, jamás el masculino. Ya vemos, cuestión de puntos de vista. Un discurso o documento que pretenda distinguir los géneros constantemente sería, además de forzado, antiecónómico (y la economía es uno de los principios fundamentales de toda lengua) y difícilmente sostenible: "Todos los niños y todas las niñas que se encuentren enfermos o enfermas por haber llegado mojados o mojadas a sus casas tras la lluvia deben ser atendidos y atendidas rápidamente por sus padres y por sus madres y ser llevados y llevadas con urgencia al médico o a la médica..." También perdería expresividad y ganaría en artificalidad decir: "Todas las personas en edad infantil..." ¡No hablamos así!
Quiero decir que las lenguas cambian con naturalidad, naturalmente. Que las lenguas sirven para lo que sirven: para comunicarse. Que a lo mejor dentro de x años desglosamos cualquier mensaje en masculinos y femeninos y que éste género deja de ser el único marcado, que también lo es el masculino. Bueno, pues estaríamos cambiando el sistema y nada más. Pero ya digo, cambio con naturalidad. No podemos forzar las costumbres bajo el pretexto de una suposición.
No creo que el correcto uso de la lengua atente contra nadie. Tampoco quiero sentirme mal o crearme cierto sentimiento de culpabilidad por emplear correctamente la lengua milenaria que aprendí y que durante años he procurado transmitir a mis alumnos a la vez que reflexionaba con ellos sobre valores tan inmensos como el de la igualdad.
Es mi opinión.
José Javier García-Carpintero

Anónimo dijo...

Querido José Ramón:
En esta ocasión no puedo sino discrepar de tu opinión: En primer lugar, por que no sólo se recoge en ese artículo. También se recoge en los títulos de todos los capítulos. Creo que es suficiente a nivel testimonial.
En segundo lugar por que el uso del género es una cuestión linguística, que tiene sus normas. La Real Academia Española de la Lengua ya se ha expresado al respecto. En resumen considera que no hay razones linguísticas para ello. Las razones son más bien de otra índole, mas bien políticas. Es innecesario y complica totalmente la estructura linguística de los textos. Puestos a igualar yo propondría crear una terminación nueva, carente de ideología de género; por ejemplo acabado en U. Por ejemplo, en lugar de secretario o secretaria, se diría secretariu, que incluiría a ambos.
Un abrazo a todus

Gonzalo Caso

José Javier dijo...

Efectivamente no es un tema baladí. En el Congreso Mundial se planteó el debate y, tras alguna discusión, se mantuvo la diferencia de género en los títulos de los capítulos (si aparece en el artículo 2 del Estatuto se debe al descuido de los redactores finales). Pensaban casi unánimemente los congresistas (por supuesto, incluyo a las congresistas) que bastaba el título para poner de manifiesto esta sensbilidad y esta realidad que comenta José Ramón.
Queramos o no, la lengua que hablamos ni surgió ayer ni la podemos cambiar a golpe de decretos o de modas. La RAE es tajante al respecto (y sabemos que la norma siempre es descriptiva). Otras voces autorizadas y agudas han derrochado tinta escribiendo sobre este asunto. Véase, por ejemplo, algunos artículos de Pérez-Reverte o de Javier Marías. El uso del masculino incluye el femenino. La intención no está en las palabras sino en las conciencias. El femenino es término marcado, por ello no incluye al masculino. Una profesora universitaria de lingüística elogiaba este uso del femenino. Argumentaba que el femenino es específico, distintivo. Cuando se usa el masculino, tiene cabida el femenino, jamás al revés. Ya vemos, otra forma de ver el 'problema'. Un discurso o documento que pretenda distinguir los géneros constantemente sería además de forzado, antiecónómico (la economía es uno de los principios fundamentales de toda lengua) y difícilmente sostenible: "Todos los niños y todas las niñas que se encuentren enfermos o enfermas por haber llegado mojados o mojadas a sus casas tras la lluvia deben ser llevados y llevadas por sus padres y madres al médico o a la médica." También perdería expresividad y ganaría en artificalidad decir: "Todas las personas en edad infantil..." ¡No hablamos así! En un discurso, si queremos especificar el género de los destinatarios o referentes, usamos al principio aquello de 'señoras y señores' traducido a cada circunstancia. A partir de ahí todos (y todas) se dan por aludidos (/as).
Quiero decir que las lenguas cambian con naturalidad, naturalmente. Que las lenguas sirven para lo que sirven: para comunicarse. Que a lo mejor dentro de x años desglosamos cualquier mensaje en masculinos y femeninos y que éste género deja de ser el único marcado, y que también lo es el masculino. Bueno, pues estaríamos cambiando el sistema y nada más. Pero ya digo, los cambios deben producirse con naturalidad comunicativa, no reivindicativa.
No creo que el correcto uso de la lengua atente contra nadie. Ni quiero sentirme mal o crearme sentimiento de culpabilidad (discriminatoria) por intentar usar con corrección la lengua milenaria que he ensañado durante muchos años a los alumnos, cosa que no me ha impedido reflexionar con ellos (e intentar inculcar) el inmenso valor de la igualdad.
Es mi opinión.
José Javier García-Carpintero.

Antonio Marzo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con las opiniones de José Javier y Gonzalo, en el aspecto lingüístico, por lo que no digo más.
Lo que si quiero aportar es que durante el proceso de revisión del RVA, que fue de CINCO años, fueron una cantidad enorme de sugerencias de los Centros de todas la Provincias (antes Inspectorías) en las que se rechazaba el lenguaje de género y se pedía que figurara en el documento algún apartado o párrafo en el se hiciera mención a dicho lenguaje.
En las reuniones mantenidas en Roma a tal efecto, había sensibilidad por este tema, por eso en el Congreso se acordó por unanimidad que figurara el leguaje de género en los títulos de los capítulo, haciéndose eco de lo aportado por lo Centros.
Con todo cariño, quiero aportar que en la redacción de el PVA, se ha trabajado mucho y durante mucho tiempo y por muchos hermanos de la Asociación, lo que ha dado lugar a un documento que está "ad experimentum" es decir que hay que trabajarlo y madurarlo.
No ha sido una redacción a la ligera sino con la aportación y el trabajo de muchos hermanos. Por eso me da pena que se hagan estos comentarios, que con perdón, creo que son un poco a la ligera.
Un fuerte abrazo,
Antonio Marzo